La verdad que esta peli estas navidades me tiraba de espaldas. Dirigida por Ang Lee, casi todo digital, y encima tocando temas teológicos no eran rival para Bilbo Bolsón. Ahora que ha salido en formato doméstico la hemos podido disfrutar en casa en familia: La Vida de Pi
Un escritor en horas bajas viaja hasta el Canadá en busca de ideas para su próximo libro. Allí conocerá a Pi, un personaje de origen hindú, con una curiosa religiosidad, y con un espectacular historia basada en su pasado y sobre la existencia de Dios........
Después de un breve prólogo donde vemos al Escritor y a Pi dialogando, enseguida nos metemos en la biografía de Piscine (así es el nombre original del indio), de una manera que podría recordar al estilo de montaje y personajes de Jeunet y su famosa Amelie. Con mucho toque de humor, pero sobretodo donde se comienza a percibir que visualmente la película va a ser diferente. Conforme Pi va creciendo, en su adolescencia, también va creciendo la perfección fotográfica de la película, con esos planos nocturnos en el río, o de dia en el mercado o en el parque, llenos de colorido y una planificación compleja.
Y pasada ésta primera hora de introducción, llegamos al momento del naufragio, con las famosas secuencias del chico con el tigre. Un tigre que aunque parezca extraño por su perfección, es completamente digital, aunque sólo nos damos cuentas en los planos más "humanos" del animal. Es en esta parte central cuando Ang Lee destapa el tarro de las esencias, saca la brocha y nos dibuja unos planos y secuencias preciosistas a la par que cautivadoras. Algunas meros paisajes perfectos, obra casi toda del truco del croma, pero otras con toda la tensión que te puede llegar a empatizar al estar dias falto de alimento. Y allí en medio, Pi como Tom Hanks en Naúfrago con su Wilson particular, aunque este sí mucho más peligroso, se debate entre dioses y monstruos.
Después, cuando ya parece que todo se va a decidir, hay un pequeño interludio, quizás el más lento e incomprensible de la película, que bajo mi punto de vista llega hasta a sobrar, ya que no lo salva ni la ya algo cansina espectacularidad del plancton luminoso y los habitantes curiosos de la isla. Pero parece destinada más como descanso para prepararnos a lo que se avecina, ya que es después de toda esta pausa que director y guionista (o el autor del libro, ya que es una película adaptada de una novela) ponen toda la carne en el asador. En un monólogo de Pi, que está explicando el naufragio a un par de investigadores japoneses. La cámara fija, y un relato sorprendente, que aunque ya andamos sobre las casi dos horas escuchando al chico, me ha dejado cautivado y perplejo. Aquí es donde nos encontramos el verdadero arte, que con muchos menos medios de los dispuestos en mitad del océano, nos deja pegados a la butaca, y dandole vueltas a la cabeza.
Y es que en definitiva, te puede gustar más o menos el tema religioso (ojo, que no digo del cristiano, sino del religioso en general), pero no se puede negar que La Vida de Pi está muy bien hecha y dirigida. Quizás demasiado digital, pero en esta película la tecnología se nota que está al servicio de la historia, y no al revés como pasa en otro tipo de cintas.
Y sin ánimo de compararla con películas anteriores, era un tipo de cine que ya nos tocaba también disfrutar. Si en los 80s tuvimos a Cinema Paradiso, en los 90s La Vida es Bella y El Pianista en el 2000, en ésta decada ya tenemos La Vida de Pi
Y pasada ésta primera hora de introducción, llegamos al momento del naufragio, con las famosas secuencias del chico con el tigre. Un tigre que aunque parezca extraño por su perfección, es completamente digital, aunque sólo nos damos cuentas en los planos más "humanos" del animal. Es en esta parte central cuando Ang Lee destapa el tarro de las esencias, saca la brocha y nos dibuja unos planos y secuencias preciosistas a la par que cautivadoras. Algunas meros paisajes perfectos, obra casi toda del truco del croma, pero otras con toda la tensión que te puede llegar a empatizar al estar dias falto de alimento. Y allí en medio, Pi como Tom Hanks en Naúfrago con su Wilson particular, aunque este sí mucho más peligroso, se debate entre dioses y monstruos.
Después, cuando ya parece que todo se va a decidir, hay un pequeño interludio, quizás el más lento e incomprensible de la película, que bajo mi punto de vista llega hasta a sobrar, ya que no lo salva ni la ya algo cansina espectacularidad del plancton luminoso y los habitantes curiosos de la isla. Pero parece destinada más como descanso para prepararnos a lo que se avecina, ya que es después de toda esta pausa que director y guionista (o el autor del libro, ya que es una película adaptada de una novela) ponen toda la carne en el asador. En un monólogo de Pi, que está explicando el naufragio a un par de investigadores japoneses. La cámara fija, y un relato sorprendente, que aunque ya andamos sobre las casi dos horas escuchando al chico, me ha dejado cautivado y perplejo. Aquí es donde nos encontramos el verdadero arte, que con muchos menos medios de los dispuestos en mitad del océano, nos deja pegados a la butaca, y dandole vueltas a la cabeza.
Y es que en definitiva, te puede gustar más o menos el tema religioso (ojo, que no digo del cristiano, sino del religioso en general), pero no se puede negar que La Vida de Pi está muy bien hecha y dirigida. Quizás demasiado digital, pero en esta película la tecnología se nota que está al servicio de la historia, y no al revés como pasa en otro tipo de cintas.
Y sin ánimo de compararla con películas anteriores, era un tipo de cine que ya nos tocaba también disfrutar. Si en los 80s tuvimos a Cinema Paradiso, en los 90s La Vida es Bella y El Pianista en el 2000, en ésta decada ya tenemos La Vida de Pi
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