Años 60: Sam y Suzy son unos adolescentes un tanto "especiales". Ambos se conocen en una función del colegio y deciden huir de la isla donde viven y no encajan de ninguna de las maneras. Durante la búsqueda aparecerán "asuntos pendientes" entre padres, policía y boy scouts.
Porque aunque tengo que reconocer que el tipo sabe dirigir muy bien: secuencias muy planificadas, planos practicamente imposibles y mucha interacción entre personajes, es en el guión, que es la parte que lleva todo el peso de la historia, donde flaquea. Wes Anderson y Roman Coppola (la pareja habitual) vuelven a escribir un libreto difícil, donde todo queda muy artificial y te cuesta engancharte a la película. Es un caso parecido al que les está pasando últimamente a los hermanos Coen. Nadie duda de su calidad sobradamente contrastada en un inicio donde cada película era una obra de arte. Pero han perdido claridad de ideas a la hora de escribir, se dedican a adaptar guiones.
Quizás Wes Anderson debiera dejar entrar un poco de sangre nueva en la escritura de sus guiones. De seguro mejoraria notablemente, y el se podría aplicar mejor a lo que mejor sabe hacer. Poco más que añadir: aunque el reparto es notable y de calidad, a mi se me ha hecho larga (y esos que solo son 90'), cansina e incluso pedante en varios tramos.
Pero como dice el chiste: camarero, si está de moda, remueva mi gintonic con su pene.
Una gran película con una excelente fotografía tipo vintage, las producciones de Scott Rudin hasta ahora han sido de las mejores, ya sea en drama o en comedia, como la ahora serie Silicon Valley que produce.
ResponderEliminarGracias Mariana por el comentario.
ResponderEliminarYo no consigo entrar en el imaginario de Wes Anderson. Visualmente me encanta, pero sus historias no me terminan de enganchar del todo.
En la fiesta del cine aprovecharé para ver El Gran Hotel Budapest, pero mucho me temo que tampoco me agrade.
Saludos