Antes de nada que quede como aviso: LOCKE es lo que podría llamarse una
película minimal: un actor, un coche, una autopista, y hora y media de
diálogos a través del manos libres. No hay acción, ni fx, pero sí una
atmosfera que en momentos resulta agónica, buena música que sabe realzar
los momentos de suspense, y un buen guión a la vieja usanza, como si de
una obra de teatro se tratara.
Ivan Locke es un prestigioso jefe de obra y un buen padre de familia. Está en un semáforo, si gira a la izquierda irá camino a casa, verá el partido de esta noche y mañana su vida seguirá igual. Pero gira a la derecha, tomará el camino a Londres de una hora y media, e intentará hacer frente a un problema del pasado, aunque eso le cueste el trabajo y la familia.....
Locke es un drama cercano, del que seguro conocemos algún caso parecido, la historia de un hombre de éxito que en un momento de su vida ha de tomar una decisión trascendental, empujado por sus convicciones, o quizás por los fantasmas de su pasado, y que decide dar un giro a su vida. No tiene nada que ver con el amor, ni con una muerte repentina, ni nada parecido. Locke es un jefe de obra especializado en cimentaciones, y en eso va a constar su decisión y responsabilidad, aunque luego todo lo que haya construido hasta la fecha se pueda venir abajo.
Una metáfora de su trabajo, y una película con cierto aire melancólico que poco a poco va ganando en suspense, sobretodo gracias a una gran dirección, guión e interpretaciones. Porque hay muchas interpretaciones (via bluetooth), aunque un sólo actor. Tom Hardy, que está esplendido y vuelve a demostrar que actualmente es uno de los grandes en los circulos del cine pequeño. Y detrás de todo la cabeza de Steven Knight, un exitoso creador televisivo que ha sabido crear una buena película con muy poco.
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