El joven Bones vive con su madre y su hermano pequeño, y otros pocos vecinos, en un pueblo a medio abandonar, entre pantanos, ciudades inundadas, ruinas y grafitis. La familia sobrevive al poco cobre que Bones puede robar a un tipo llamado Bully, y que cuando se entera, lo amenaza de muerte. Por otro lado, David, el jefe de la entidad bancaria que está a punto de quitarles el hogar, le ofrece a la madre de Bones un trabajo algo peculiar....
Al terminar de ver la película a uno le queda una extraña sensación. Primero, una sensación de aburrimiento que pesa demasiado, aunque la película sólo dure poco más de hora y media. Segundo, se han querido contar tantas cosas que al final no se ha contado casi nada. Tercero, que a Ryan Gosling le gusta mucho el cine de David Lynch, Terrence Malick y de Nicolas Winding Refn (con el que trabajó en Drive y Only God Forgives). Ahora pasamos a resumirlo:
Lo primero que le viene a la cabeza a uno, tras un comienzo que no está nada mal, es en lo influenciado que está Gosling tras la cámara en plasmar todo el estilo visual de sus directores favoritos. Planos que empiezan en el techo bajando poco a poco para terminar en el centro geométrico de la pantalla, interiores oscuros en los que predomina el rojo, fotografía demasiado cuidada, etc. Toda una enciclopedia visual muy bien cuidada, pero que por culpa de un guión bastante aturullado, no llega a traspasar lo suficiente, más allá de esa belleza. Porque la historia va a la deriva durante mucho tiempo, sin coger un rumbo fijo en el cual detener tu atención. Cuando está todo bien planteado en un principio, empiezan a aparecer otros factores que no crean otra cosa que distracción. Bueno, distracción y algunas buenas secuencias que seguramente recordaremos, pero que dificilmente salvan las papeletas.
Lo más destacable, la actuación de su protagonista, una Christina Hendricks lejos del glamour que atesoraba en Mad Men, aquí en cabeza de una familia desestructurada. El chico, con más experiencia en series que otra cosa, no consigue emocionar lo más mínimo, e incluso Saoirse Ronan, una chica que había levantado algo de expectación, aquí está demasiado contenida. Otro buen detalle es la música, aunque en ese sentido soy bastante imparcial: cualquier película con una banda sonora que me recuerde a los sintetizadores ochenteros tiene mi corazón ganado, y Lost River no es la primera ni la última que se ha apuntado a este repunte de los colchones y bajos analógicos.
Resumiendo, que a Ryan Gosling se le ha ido un poco la mano en su primer trabajo como director. Se dejan ver, y mucho, sus referencias visuales, y quizás la película hubiera mejorado bastante si el guión lo hubiera escrito otra persona menos influenciada por esas referencias. Técnicamente buena, se ha sabido rodear de un buen elenco de técnicos, y artísticamente desaprovechada. Demasiado a querido demostrar de una sóla vez, y quizás con una historia algo más "pequeña" pero bien focalizada, el resultado hubiera sido bien distinto. De todas maneras, seguramente que el nuevo director canadiense irá puliendo esos fallos, después de los palos que se ha llevado con su debut. Esperaremos su segunda película para dictar sentencia
Es una de las que tengo en el tintero, aunque tu crítica me ha desinflado un poco.
ResponderEliminarSaludos!