Cinco años hemos esperado a que Alejandro Amenábar, uno de los grandes directores españoles que surgió a finales de los 90?s, volviera a escribir y dirigir otra de sus películas. Vuelve inmerso en el sueño americano, como ya hizo con la fallida Ágora, y depués de sus coqueteos con el drama, con un thriller que promete devolvernos al auténtico Amenábar...
Minnesota, 1990. El detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) investiga el
caso de la joven Angela (Emma Watson), que acusa a su padre, John Gray, de cometer un crimen inconfesable. Cuando John, de forma
inesperada y sin recordar lo sucedido, admite su culpa, el reconocido
psicólogo Dr. Raines se incorpora al caso para ayudarle a
revivir sus recuerdos reprimidos. Lo que descubren desenmascara una
siniestra conspiración.
Alejandro Amenábar tiene la ventaja (o desentaja) de formar parte de ese elenco de directores que son puramente dueños de sus obras. En esta ocasión, quiso filmar una película sobre satanismo, ambientada en los 90's (no obstante, es la época donde surgieron varios grupos satánicos). Ubicada en un pequeño pueblo de Minessota, se sirve de la proximidad entre sus habitantes para crear cierto mal rollo, y homenajea, de manera ferviente, a clásicos como La Profecía, o más nuevas como House of the Devil. Por lo que si te gusta ese tipo de cine, fijo te agrada la ambientación de la película.
Otro tema es que te guste la película en sí, ya que por culpa de un guión demasiado torpe, a Amenabar (autor también del libreto) se le va todo al traste. Curiosamente, y no siendo muy habitual en su cine, Amenábar escribe un guión donde todo va subrayado en negrita, no da juego a que el espectador le de vueltas al misterio, siendo todo demasiado evidente. Los diálogos tampoco son nada del otro mundo, y los algunos de los personajes quedan demasiado desdibujados, y no terminamos de entender algunas de las relaciones entre ellos. Además, los giros que plantea tampoco obtienen el éxito esperado.
Otro punto que Alejandro Amenábar trabajaba bien era la dirección de actores. Y en Regresión, Ethan Hawke está de aprobado justo, y Emma Watson aunque en principio está muy contenida, descarría estrepitosamente en el último tercio, justo cuando ella es más protagonista de la trama. Tampoco el envoltorio es digno de su sello: tanto los efectos sonoros y la música son muy de película mediocre, y otra vez subrayando los momentos de tensión, quedando demasiado desangelados. Poco o nada se parece a uno de sus mejores trabajos, Los Otros.
Lo peor de la película es que, tras su desenlace, te deja cierta sensación de tomadura de pelo. Una película supuestamente satánica, y donde uno no tiene en ningún momento la sensación de que aparezca el Maligno, y donde se pierda todo el interés ante los misterios que se plantean. Porque a poco que avanzas en la película, empiezas a temer un final como el que es. Simplemente, una estafa. No se si es lo que pretendía el director, pero si es cierto que es su película más impersonal y en la que menos vemos su sello.
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