lunes, 28 de abril de 2014

BORGMAN


Camiel Borgman después de su fugaz huida del bosque, busca en la urbanización cercana una casa donde poder tomar un baño y algo de comer. En su búsqueda topa con una familia acomodada, y ante la violenta negativa del cabeza de familia, urde un peculiar plan para poder formar parte de ella....

Advertidos quedais que Borgman no es una película "normal". Esta película holandesa es perturbadora, diferente, maliciosa y para colmo bastante surrealista. Es por ello que resultó vencedora de la anterior edición del Festival de Sitges, tan acostumbrado a premiar desde hace un tiempo a películas "diferentes", como ésta o en el 2012 a Holy Motors, aunque una gran cantidad de público no comparta su opinión.


Lo mejor de la película es sin duda la fuerza de su comienzo, la presentación de Camiel y sus "compañeros", así como de la familia burguesa, y el comienzo del "juego" entre Borgman y Marina. Vemos reacciones un tanto peculiares y surrealistas, por lo que estamos alerta e intentamos descubrir antes que nadie quien es éste Camiel Borgman y su peculiar pandilla. También cierto toque de humor negro colabora a la buena digestión de la primera hora de metraje. La segunda parte es el desarrollo del plan del protagonista, donde vemos o intuimos sus cada vez más claras intenciones. Si a todo esto le añadimos cierto toque fantástico en las acciones y características del pequeño grupo, el circulo se va cerrando poco a poco en lo que podría ser un más que digno final. El problema es que ese final es tremendamente surrealista, rozando el parentesco con otro tipo de películas como Canino o Alps de Giorgos Lanthimos, por lo que todo queda a nuestra interpretación, y eso a cierto tipo de público no le termina de gustar.


En lo técnico es una película de muy bella factura. La casa y los exteriores permiten una espléndida fotografía, el guión está muy bien llevado sin agujeros, y las interpretaciones son de lo mejor, sobretodo las que corren a cargo de sus dos protagonistas, los que consiguen traspasar la pantalla con bastante magnetismo. Como reflexión, aparte de lo acontecido, podría esbozarse también cierta crítica a las clases sociales altas, más preocupadas de seguir manteniendo su estatus que de su propia familia. Pero no creo que esa sea la razón de Alex van Warmerdam, que rueda y escribe una película donde la extravagancia es una virtud.


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