martes, 17 de marzo de 2015

TOKYO TRIBE

Vamos con la última de las locuras de Sion Sono: Tokyo Tribe. Una película que ha levantado muchas ampollas en varios festivales donde se ha proyectado (Madrid o Sitges, entre otros) pero que sigue muy acorde a los temas tratados por el director. ¿Entonces por qué tanta polémica?. Supongo porque una adaptación de manga filmada a golpe de hiphop no es la mejor película para proyectarse en un festival de cine fantástico y de terror. Obvio es que el fallo recae sobre los programadores o cierto público estrecho de miras, no sobre la película ni su director

Nos encontramos en un Tokyo distópico dominado por bandas callejeras, donde la ruina y el desorden conviven con la violencia, las drogas y la prostitución. El líder de una de ellas, el temible y sádico Bappu, aprovecha un ligero incidente para desencadenar la gran batalla contra todas las tribus: planea destruirlas a todas y quedarse él sólo al mando de la ciudad.

Si no nos había quedado claro, con películas como Love Exposure o Why Don't You Play In Hell, que Sion Sono era un director diferente, con Tokyo Tribe termina de poner los machos sobre la mesa, revelándose como sucesor de esa filmografía diferente japonesa, la de Miike o Kitano, mirando hacia un futuro alocado, pero siempre con un ojo puesto en los referentes. Si en su anterior película homenajeaba a los clásicos nipones, al cine yakuza y al de samurais, en este caso pone el foco en el americano, con homenajes que van desde Scarface hasta The Warriors o Streets of Fire.

Un inicio elegante, a modo de plano secuencia, muestra el suburbio principal donde se desarrollarán los hechos. Borrachos, prostitutas, niños compartiendo un trozo de pan, locos profetas, y en medio de ellos su narrador, un joven que a ritmo de rap elegante, nos presenta la historia. Llega una joven policia, con ganas de poner orden en el lugar, pero la coge un lider de la banda, la desnuda, la sobetea, y con la ayuda de una navaja le muestra (a ella y a nosotros) todas las bandas que conforman la terrible ciudad. Aparece una vieja dj, y con un spinback, nos adentra en la película. Bienvenidos al universo de Sion Sono

A partir de ahí el director nos lleva de un punto a otro de la ciudad, cuidando el más minimo detalle en cada plano, recargándolo con un barroquismo futurista pocas veces visto. Lejos de la oscuridad que en otras películas se plantean, aquí los suburbios brillan con luz propia a base de neones o fuegos artificiales. Sus personajes se deslizan por los escenarios, cada cuál más loco y diferente, con especial detalle a la exageración del señor, un histriónico Lord Buppa, seguido por sus dos hijos, diferentes entre ellos pero afines a un bien común. Pero no todo es sadismo y violencia, también hay momentos más sensuales, sobretodo los protagonizados por Nana Seino, en un papel muy del gusto del director, el toque virginal y puro a una película de derroche sexual y sanguinario

El toque de Sion Sono en la mesa de edición también es digno de estudio. No todo son planos secuencias ni picados, también hay tiempo para los planos cortos y las coreografías, para cuidar el momento justo donde enseñar unas dulces braguitas virginales, o el paquete del salvador de turno. Porque ahí nos espera la sorpresa final, un desenlace mucho más sencillo y real, de envidias y rencores, que es el que sirve de espoleta para el odio entre Mera y Kai. Pero es en la edición donde tiene Tokyo Tribe su talón de Aquiles: el uso de unos fx digitales que en cierto punto de la película dan al traste con todo lo hecho antes. No digo que no estén justificados, en un camino hacia la hipérbole masiva, lanzar un tanque a toda pastilla por los suburbios o una máquina de trinchar gigante está justificada, pero eso no justifica la mala calidad de su imprimación en la película (aunque se te escape alguna carcajada)

Resumiendo, que Tokyo Tribe no es película para todos los públicos, eso es evidente, ni para todos los festivales. Seguramente si la hubiera visto en un contexto diferente, también me hubiera decepcionado algo. Pero de ahí a decir que es una película lamentable, hay un trecho. Porque Tokyo Tribe, y casi toda la obra de Sion Sono, van camino a convertirse en clásicos del cine transgesor nipón. Un musical a golpe de hiphop gansta, pero con mucho gusto en el cuidado ritmo y montaje, y un concepto visual apabullante son las puntas de lanza de la película, y a los mandos, un nuevo MC en la ciudad: Sion Sono





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