Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). Empezando por el sueño americano, hasta llegar a la codicia corporativa de finales de los ochenta, Belfort pasa de las acciones especulativas y la honradez al lanzamiento indiscriminado de empresas en Bolsa y la corrupción. Su enorme éxito y fortuna cuando tenía poco más de veinte años como fundador de una agencia bursátil le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. Drogas. Las tentaciones abundaban y el temor a la ley era irrelevante. Jordan y su manada de lobos consideraban que la discreción era una cualidad anticuada; nunca se conformaban con lo que tenían. (FILMAFFINITY)
PELICULÓN, así con mayúsculas. Hemos tenido que esperar casi 20 años (desde Casino) para que Martin Scorsesse vuelva a rodar una película donde nos muestra con todo lujo de detalles el mundo criminal de Estados Unidos. Primero fue con Uno de los Nuestros (Godfellas) donde retrataba a la mafia italiana de Estados Unidos, luego vino Casino envuelta en el mundo del juego de Las Vegas. Y ahora le toca el turno a esos ladrones de guante blanco, camuflados bajo trajes de veinte mil dólares que habitan en el centro neurálgico de la economia mundial: Wall Street.
Pero para bien o para mal, Scorsesse ya tiene 71 años y se pone a toda la industria por montera. Lejos queda aquél cronista con mirada más seria, respetuosa y pausada. Con El Lobo de Wall Street ha destado todo su poderio audiovisual, ha pisado el acelerador rodando una película frenética, con un montaje vertiginoso, donde los momentos más dramáticos estan dosificados con cuentagotas para no bajar el nivel conseguido, un puro desfase con muchas drogas y mucho sexo, diálogos punzantes y momentos cómicos dignos de las mejores peliculas de los Farelli. Rodado con el pulso que los mejores pueden demostrar, travellings circulares mostrando la locura, planos cenitales de lo mas egocéntricos, secuencias míticas como la del popeye, y un largo etcetera de recursos. Y todo ello guiado por un actor que ha sabido crecer al lado del maestro, y éste le ha brindado una película para su lucimiento.
Y aqui se nos muestra a un moderno Jesucristo, Jordan Belfort, que se rodea de sus más fieles apóstoles de dudosa moralidad, antiguos traficantes de marihuana, para adoctrinarlos en su religión acunada por el poder del dinero. Pero no un poder real del que se puedan aprovechar para llegar a las más altas esferas. Ellos quieren dinero para gastarlo en su sueño americano: trajes, relojes, putas, drogas, coches, mansiones, yates, es a lo máximo que esperan aspirar. En el fondo no son más que unos horteras que usan el dinero para meterselo por la nariz aspirandolo en culos de prostitutas, y que luego se acojonan cuando tienen a los federales oliendoles el culo.
El reparto es de lujo, capitaneado por un enorme Di Caprio al que le va bien que no le den un Oscar para que pueda mantener ese nivel (ejemplos como Dujardin, Brody, Jamie Foxx han pegado un considerable bajón después de ser premiados). Como escuderos resalta un enorme Jonah Hill en estado de gracia, un Matthew McConaughey que aunque breve muestra que ha encontrado el buen camino, un Rob Reiner que momentazos, y otros secundarios venidos casi todos de la tv. Y para alegria visual, autenticas bellezas como Naomi Lapaglia o Katarina Cas.
Y aunque no lo parezca, tambien hay sitio para la crítica feroz a la situación actual por culpa de sus verdaderos culpables, aunque esos momentos quedan algo más ocultos (el plano en el metro del inspector, por ejemplo). Una economia actual que está en este estado por culpa de esos "timadores" que no dudan en hacerse ricos gracias a las comisiones que cobran en las gestiones. Poco les importa el resultado de sus clientes, ellos quieren su beneficio y no dudaran en hacer lo que sea para conseguirlo. Gekko, Lehman Brothers, todos tiene su minutos en la película, anque bien camuflados.
En definitiva, el siglo XXI ya tiene su Scarface, y el cierre de una particular trilogía del crimen estadounidense. Dudo mucho que Marty lo vuelva a conseguir, pero yo ya me doy por satisfecho con toda su obra, que aunque con algunos lunares, es digna de revisar por cualquier amante del cine que se precie. Y es que como rezaba el dicho: "Los viejos roqueros nunca mueren"
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