Amelia (Essie Davis) vive sóla con su hijo Samuel (Noah Wiseman) de 6 años, que vive aterrorizado por culpa de una imaginación descontrolada que le hace ver fantasmas que le quieren hacer daño a él y a su madre. Una noche, descubren un nuevo cuento en la habitación de Sam, y se disponen a leerlo. El libro habla de un extraño ser, El Babadook, que pide permiso para entrar en tu hogar, y si no lo haces, te matará...
No todo iba a ser volver a los 80's en el cine de género de los últimos años, y aquí viene Jennifer Kent, desde ni más ni menos que Australia (de dónde he descubierto muy buenas perlas este año), para demostrarnos que hay vida más allá de James Wan, y que puede hacer una película de "miedo" como las de antes, las de Friedkin, Kubrick o Shyamalan (cuando molaba). Una historia con aparente aspecto de cine de casas encantadas, pero que toca temas más profundos, como la pérdida del ser querido y la lógica depresión posterior, quizá tirando más hacia el "terror psicológico" que al puro cine de fantasmas demoníacos. Y para rematar, con muy buen criterio, un par de homenajes a los clásicos del género, esos homenajes que tanto nos gustan a los fans del género ;)
Y a pesar de ser la primera película de la directora, también guionista, se le nota un talento especial, una capacidad de rodar en espacios cerrados sin hacerlo aburrido, una magnífica dirección de actores (soberbios la madre y el niño), y lo que es mejor, la total ausencia de CGI's digitales que tanto estropean este tipo de películas. La fotografía también ralla a un buen nivel, y sobretodo destacable el apartado sonoro, que ayuda mucho a introducir el gusano del miedo en el público. Pero sin duda, lo mejor, es el trabajo de guión, sobretodo en el aspecto argumental, en como se va desgranando poco a poco el misterio, sin trampa ni cartón, poco a poco se atan los cabos y no queda suelto. Excelente.
Por eso os digo que le deis una oportunidad. No todos los dias se ven películas de este calibre ni de esta calidad fílmica, tan bien tratadas y desgraciadamente tan marginadas por un público que cae en las redes de productos mucho más inferiores como Ouijas o Herederos del Diablo.
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