Yu es un adolescente que se ha criado en el seno de una familia muy
cristiana. Después de morir la madre, su padre se convierte a sacerdote y le obliga a confesar sus
pecados, que él comete haciendo fotos de bragas de chicas, buscando la aprobación paterna. Es en esa faceta como fotógrafo donde consigue alcanzar la fama, aunque a él lo que realmente le interesa es conocer a Maria, su amor platónico y la única con la que podrá tener una erección. Pero entonces conoce a Yoko, una extraña chica que lo arrastrará hasta una extraña secta....

Love Exposure es toda una oda al amor: el amor paternal, el amor divino, el amor a una mujer, el amor a la amistad, pero a la vez una crítica al fanatismo religioso y a los prejuicios morales creados por la religion. Pero lo hace a modo de caricatura (el maestro pervertido, por ejemplo) y casi fantástica e irreal, como si eso no existiera, cuando a la vez les está escupiendo a la cara a una juventud demasiado desorientada y moldeable. Todo parecería así de irreal sino fuera por un final apoteósico que nos vuelve a centrar en la historia de amor (más que nada por si nos habiamos perdido) y encima nos emociona. Sion Sono rueda con un estilo que abraza descaradamente al ánime, en formato digital, apoyado por un reparto que, aunque joven y aparentemente inexperto, lo bordan. Y para ponerle más puntos a favor, una banda sonora exquisita, que con sólo 5 clásicos (el Bolero de Ravel) pone el broche perfecto a este peliculón.

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