miércoles, 8 de enero de 2014

AMOUR


Georges y Anne son dos profesores de música clásica octogenarios que viven en París. Su hija también se dedica a la música, y vive en Londres con su marido británico. Un día, Anne sufre un infarto cerebral que la deja con el lado derecho de su cuerpo paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba cuando Anne se niegue a volver al hospital y Georges tenga que cuidar de ella 

Me he animado a hacer esta entrada después de discutir con varias personas el porqué de la no aparición de esta película en mi top del 2013. Y es que creo que se trata de una de las peores películas que haya dirigido un Michael Haneke que no se cansa de recibir premios, entre ellos el Principe de Asturias, que ya se lo habian poder dado antes con alguna de sus anteriores y mejores películas, como La Cinta Blanca.

Amour está pensada como una pieza teatral. Planos estáticos larguísimos que dan voz a la opinión del que se le enfoca, ya sea Georges, Anne o a su hija, porque creerme que no aparece casi nadie más, salvo excepción de una vecina, un exalumno y un par de enfermeras. La película es completamente la historia del par de abueletes, donde ella lucha contra su situación y él se deja la vida y la jubilación en ayudarla. Sin embargo, el debate moral me parece muy superficial, y a la vista de los hechos, incluso el desenlace del argumento me parece muy controvertido para una película que se titule Amor. Pero eso es lo que ha hecho muy bien Michael Haneke durante toda su filmografía: polemizar y no dejar indiferencia, aunque parece evidente que ésta vez tiene a la mayoría del público y crítica de su lado.


Pero analicemos la película por lo que es y no por otros temas, a riesgo de parecer un poco insensible. Es una película plana, muy europea, rozando estrepitosamente ese chovinismo francés que tanto gusta a los modernetes gafapastiles que últimamente salen hasta debajo de las piedras. Una película que transcurre completamente dentro de la vivienda de la pareja, un piso de los antiguos, de techos altos y con una distribución algo curiosa, que tampoco deja hacer muchas piruetas al director. El guión es correcto, pero una vez alcanzada la hora de metraje empieza a cansar la ausencia total de tensión. De la fotografía poco que añadir, lo mismo que de una banda sonora casi inexistente que se remite a piezas solistas de piano.

Si acaso lo único salvable de todo el metraje llega al final, con un desenlace algo sorprendente y una última secuencia muy en la línea del director de Funny Games. Una secuencia que nos puede descolocar un poco y nos deja en silencio, pensativos, como si estuvieramos en un velatorio. Pero ni por esas se salva el resto de la película


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