martes, 22 de julio de 2014

LA MOMIA (1932)

Un grupo de arqueólogos británicos invaden la tumba de un cadáver momificado que resulta ser Inmohtep, un sumo sacerdote del antiguo Egipto. La momia, que revivirá accidentalmente 3.700 años después de su muerte, intentará raptar a una joven de ascendencia egipcia que se parece a la princesa que amó en vida y que fue el motivo de su ejecución...

He aquí un clásico de que los que saben envejecer muchísimo mejor que no todos sus remakes. Y es que aunque hayan pasado más de 90 años de su estreno, es de esas películas que estan tan bien paridas que te sigue atrapando. La historia es simple, ya que como pasa con todas las películas del cine fantástico de la época, la "criatura" sólo busca el amor eterno (aparte de La Momia, esta historia refleja también la de Drácula, por ejemplo).
Pero que una historia sea simple no significa que sea mala. La atmósfera que crea Karl Freund es sublime y densa, rodada sobretodo en interiores, pero bastante variado (museos, despachos, fiestas), sabe crear la tensión en el ambiente, gracias a un montaje y planos excelentes. Pero todo ésto no serviría de nada sin un actor espectacular para el género como era Boris Karloff, un actor de puro método clásico pero con una presencia y una mirada que ya quisieran para sí otros como Lugosi o Lee. Lo que consigue Karloff con La Momia es tremendo, tanto como Inmohtep como en el resurrecto Ardath Bey, sólo con su magnífica presencia basta para captar toda tu atención. Para conseguir esas emociones también se ayuda del magnífico maquillaje (teniendo en cuenta la época), y aunque no salga mucho la momia en cuestión, las veces que aparece (al principio) son imágenes que quedan grabadas en nuestra retina.
Por ponerle un pero, como a todo el cine de la época, es que debido a su escasa duración (poco más de una hora), el desenlace es demasiado frenético y nos deja un poco fríos, con un final muy cortante. Seguramente no os guste ese tipo de cine iniciático, los primeros pasos del sonoro, donde los actores eran demasiado "teatrales" y carecian prácticamente de banda sonoro. Todo era demasiado visual. 
Pero es un placer revivir los recuerdos que te vienen a la mente de la primera vez que viste esa película seguramente en algún pase televisivo, y de las emociones que sentías.



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