Dicen que desde tiempos remotos se han avistado bigfoots (Sasquatch) en los bosques más remotos del estado de Texas. Viven de manera pacífica, y sólo atacan si realmente se sienten amenazados. Cinco amigos van a pasar el fin de semana en una cabaña del bosque. De camino, tienen un percance con el coche...
La historia no aporta nada nuevo al género: la típica historia de los cinco amiguetes de lo más estereotipado que, sin duda y sin soltar spoilers, se verán amenazados por una criatua durante su estancia en la cabaña. Sin embargo, Eduardo Sánchez se desenvuelve bien, conocedor como es de que el "foud footage" es un género bastante trillado, le aporta bastante frescura con un ritmo endiablado, sin esperar a mostrar "el monstruo" al final de la película, con unos sobresaltos bien conseguidos, y, sobretodo, con un buen diseño de la criatura, a la vieja usanza, decantándose por el maquillaje y disfraz en lugar de los cutres bichos digitales.
En sí la película es eso, acción, sustos, persecuciones, y rugidos en la oscuridad. Porque en lo que se refiere a los protagonistas, Sánchez hace bien en dejarlos como marionetas, sin profundizar en ellos. Están en la película porque tienen la misión de ser la carnaza para la bestia. El montaje es correcto, y en vez de utilizar sólo una cámara doméstica, en plena era de la GoPro se abastece de unas cuantas de ellas para colocarlas en bicis, cascos o chalecos, para conseguir diferentes tiros de cámara. Tampoco es novedoso, pero se agradece el dinamismo, y al menos no cansa tanto a la mirada del espectador.
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