lunes, 1 de diciembre de 2014

MORTADELO Y FILEMÓN contra JIMMY EL CACHONDO

Después de los dos intentos fallidos de llevar las aventuras de estos dos carismáticos detectives de la T.I.A. a la gran pantalla (el primero mejor que el segundo, infumable), Javier Fresser ha visto la luz y han tomado el camino de la animación digital (y en 3D) para desarrollar el tercer capítulo. Decisión muy acertada, por la sensación de proximidad con la idea original y ese recuerdo que nos lleva a los que ya rondamos los cuarenta cuando disfrutabamos de los tebeos en nuestra infancia.

Jimmy El Cachondo ha puesto en jaque a la T.I.A al robar la caja fuerte del Súper que contiene un sobre Top Secret. Para ello, manda a Mortadelo y Filemón en su busca, con la colaboración de El Tronchamulas, primo de Jimmy y archienemigo de Filemón, que se convierte en un inofensivo niño gracias a un invento del Profesor Bacterio...
Mortadelo y Filemón 3 empieza como los míticos tebeos, acción frenética y una secuencia con Ofelia donde volvemos a recordar el universo de Ibañez, que eran más los gags en segundo plano que la acción en sí, como un cerdo en un archivador, la sala de interrogatorios, o las oficinas de la T.I.A. Es sin duda la mejor parte de la película junto con la aparición del Rompetechos, la persecución en sidecar, o el momento Gran Fulano, la parte más fiel a los tebeos originales. Porque luego se va diluyendo cuando Filemón acapara casi todo el protagonismo de la película, empezando por un momento onírico demasiado alargado, y siguiendo con la relación con el Tronchamulas, dejando a Mortadelo en un triste segundo plano, dedicado sólo a dar el contrapunto cómico y algún momento disfraz (tampoco mucho).
Como resultado, se obtiene una película con un ritmo muy irregular, donde las escenas buenas son muy buenas (nos partiamos de risa con mis hijos) pero otros mucho menos. El doblaje de los personajes es bastante correcto, aunque siempre me chirría el aporte de acentos estereotipados, y la dirección y animación es muy buena. Lástima del guión un pelín flojo, poco dado a más gags y donde se centra más en palabrerias y escenas algo más escatológicas, inclinando la balanza hacia momentos un poco más Torrentenianos (por llamarlos de alguna manera) que al puro universo Ibáñez, con cerdos huyendo de personajes afilando cuchillos, y otras genialidades.
Aún con todo, la película entretiene y mucho, y hace llegar a los niños ese mítico humor del cachiporrazo, de aterrizar con los dientes clavados en el asfalto, de la miopia del Rompetechos y muchos gags más. Ojalá eso anime a que se cojan un tebeo (yo ya lo he comprado) y dejar de lado, aunque sea por una hora, los Pokemons, Pingüinos o otras criaturas animadas que rondan en la tv a todas horas.

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