lunes, 30 de marzo de 2015

CONVICTO (STARRED UP)

No negaré cierta debilidad por el cine británico, huyendo de las comedias típicas como Full Monty, me gustan mucho sus dramas, por ser algo más "creíbles" que los americanos. Además, la ambientación, fotografía y banda sonora de esos dramas brittish marcan diferencia con las majors. En este caso, Starred Up comparte protagonista con otra película dramática de la que os hablábamos hace poco, '71, que no es otro que el joven de moda en la cinematografía británica, y parte de la americana: Jack O'Connell, actor inglés tremendamente expresivo y que traspasa la pantalla como pocos.

Erik es un joven de 19 años extremadamente violento que es ingresado en una prisión de adultos, donde no tardará en pertubar el orden mafioso que rige en ella, dirigido por su padre, al que casi no conoce. A la vez, es ingresado en un grupo de control de ira que intentará apaciguar todo el odio que corre por las venas del joven...

David Mackenzie no es un director demasiado conocido por el público, pero se caracteriza por rodar pequeñas películas, bien thrillers o dramas, donde lleva a sus personajes casi al límite. Perfect Sense o Young Adam son claros ejemplos de su filmografía. En este caso, Mackenzie y su equipo se encerraron en una prisión de Belfast, modificando lo justo para dar más sensación de realidad, y puso al frente del proyecto a un Jack O'Connell en estado de gracia. No caigais en la trampa del "drama carcelario", del estilo de Cadena Perpetua o Fuga de Alcatraz, ya que poco tienen que ver. Convicto (Starred Up) es una película dura y que supura violencia

El joven Jack O'Connel se come la película por los cuatro costados, de tal manera que hasta cierto punto lo llegas a odiar de verdad. Un chaval al que le cuesta contener toda su rabia, al que la vida le da una tras otra, y que se niega a creer que otro tipo de vida es posible. En ese sentido, el de Erik es un personaje muy parecido a aquél con el que Tom Hardy nos sorprendió a todos en Bronson, la película de Winding Refn. Y la dirección de Mackenzie sobre ese personaje, los planos cortos, las humillaciones a las que se ve sometido. Todo un compendio de desgracias (por otra parte buscadas por él) que lentamente irán llenando esa olla a presión que es esa cárcel, y basado en las experiencias reales vividas en su momento por el guionista Jonathan Asser, otrora terapeuta de detenidos violentos.

Una buena película que se puede leer de dos formas paralelas: una, la más violenta, la de las peleas y conflictos en la prisión, y otra, más dramática, la del control de las personas impulsivas, la domesticación de las bestias y el drama familiar.



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