Christine (Nicole Kidman) se despierta cada dia sin recordar lo que ha pasado durante los diez últimos años, por culpa de una amnesia psicótica causada por un accidente. Con la ayuda de su marido, Ben (Colin Firth) que la sigue cuidando, del Dr. Nash (Mark Wrong) psiquiatra atraido por el caso, y de una cámara fotográfica, intentará recordar lo que ha ocurrido todo este tiempo...
Basada en una novela de enorme éxito, Before I go to sleep (o mal traducida como No Confies en Nadie) es el claro ejemplo de lo necesarios que son en un thriller un buen guión y un director que sepa estar a la altura del proyecto. Y más si la comparamos con otros thrillers de este estilo, sobre problemas matrimoniales, como Perdida (2013), en la que Fincher hace que las más de dos horas de duración se nos pasen en un suspiro. En esta adaptación es lo contrario, la película tiene un ritmo adecuado, pero la intrascendencia de su guión, o la falta de un elemento transversal que una la acción de todos los dias, da al traste con la buena idea inicial.
También estafado porque el reparto, aunque está correcto (sobretodo un Mark Strong al que le van de perlas estos papeles) no es capaz de traspasar ni empatizar. Nicole Kidman ya no es aquella loca de Los Otros, la casi inexistente expresión facial por culpa del maldito bottox ha hecho mella en la actriz australiana, y Colin Firth carece de su particular brillo en este tipo de personajes un poco más enigmáticos y oscuros, lo suyo es el drama romántico o la comedia, sin más.
Es por eso que no os recomendaria esta película. Aunque su duración es correcta, poco menos de hora y media, es tramposa y insustancial. Como si de un telefilme de domingo tarde se tratara, con una fotografia poco agraciada, una música casi inapreciable, tres actores que poco se esfuerzan en sobresalir, y un director novel al que el proyecto le viene grande. Una pena.
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