En un Londres destruido por los bombardeos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército decide salvaguardar a los hijos de sus soldados en centros alejados de la capital. Por lo que la señorita Eve Parkins y ocho de estos niños son evacuados a una mansión del norte, un caserón que sólo se comunica con el exterior los dias en que la marea baja deja libre el camino. Una mansión que esconde un oscuro secreto...
Lo peor de una película es saber a los cinco minutos como va a acabar. Si para colmo, tanto director como guionistas no se esfuerzan en taparse un poco las vergüenzas y mantener algo la tensión para llegar a ese final de una manera menos predecible, pues peor todavía. Por mucho que se esfuercen en hacer una película estéticamente bella, gracias a una ambientación excelente y un estilo visual muy gótico, no sirve de nada ante soberana sandez de argumento. Y eso está mal.
Tan mal que ni siquiera unos actores que se esfuerzan en hacerlo todo lo bien que saben consiguen sobresalir en la película. Tan mal que los mejores momentos, los de los sustos, se ven venir a la legua. Tan mal que ni siquiera la pasta que se han dejado en contratar las partituras de Marco Beltrami se nota por algún sitio, ya que su banda sonora es de lo más usual del género. Tan mal que consiguen hasta que te duermas por un rato sin importarte en rebobinar por si te has perdido algo, porque ya sabes que no te has perdido nada.
En fin, no voy a esconder que como fan de este tipo de cine me tocan mucho las narices estas sagas de productos. Ya paso de secuelas como Paranormal Activity o otras parecidas, pero creía que existía un halo de esperanza sabiendo que está detrás la Hammer. Pero visto lo visto les da igual, la industria prefiere llenar salas con películas mediocres, pero que la gente pase por taquilla, que respetar las buenas ideas.
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