domingo, 8 de febrero de 2015

LA ISLA MINIMA

Si hay algo que me revienta de la publicidad y el hype del cine español, es el que lo comparen con películas, o series (como es el caso) de éxito norteamericanas. Productos como El Niño, Grupo 7 o No Habrá Paz Para Los Malvados pecaban en ese sentido pese a ser bastante mediocres, mientras que películas de mucha más calidad pero que no caían en esas comparativas, como Celda 211 o La Noche de los Girasoles, se veían relegadas a taquillas bastante efímeras. Cierto es que hay que vender, pero tampoco a costa de tomarle el pelo a la gente, que tampoco somos idiotas y luego la gente sale de la sala bastante enfadada...

Año 1980. Marismas del Guadalquivir, Sevilla. Dos agentes de policía son enviados a la pequeña localidad de Isla Mayor a investigar la desparación de dos chicas durante las fiestas. Tarea difícil, ya que son pocas las pistas y menor aún la colaboración que encuentran, tanto de la gente del pueblo como de los más altos cargos...

Como decía al principio, es una vergüenza que las distribuidoras comparen esta película como el True Detective Español, de la que sólo tiene en común que los dos protagonistas son agentes de policía con puntos de vista muy opuestos. Y hasta aquí la comparación. Porque, por más que uno se esfuerce, el Guadalquivir no es Loussiana. Aunque ojo, no estoy diciendo que La Isla Mínima sea mala ni mucho menos. Es más, creo que es, de momento, la mejor película española que he visto este año, pero compararla con una serie de una profundidad como True Detective son palabras mayores.

Porque La Isla Mínima es una película rodada cojonudamente, donde Alberto Rodriguez (Grupo 7) se quita todos los complejos y monta auténticas piezas de puzzle visuales (esos picados cenitales), escenas de acción nada exageradas pero efectivas (y no como el derroche de Monzón para hacer una persecución en helicóptero), y retrata sin complejo alguno la historia de la crónica negra española postdictadura, donde la dualidad entre democracia y el régimen todavía estaban enfrentados en todas las capas de la sociedad, desde la policía, a terratenientes, o jueces (vaya, como en la actualidad aunque ahora vayan más arreglados).

Las actuaciones, sobretodo la de los protagonistas Raúl Arévalo y Javier Gutierrez, están para que les den el Goya (a Gutierrez fijo le cae, hace un papelón). El problema es que estan poco respaldados, con un De La Torre justito, el Niño de moda, del que han hecho bien no darle mucha cámara (sale en dos secuencias poniendo los mismos morritos), el tonto del pueblo, y algún personaje más. Lo que si es de pena es que, con todo el esfuerzo que han hecho para retratar esos años, no pongan el mismo esmero en retratar a las chicas. Porque llegamos al aula de las niñas...y coño, todo son pibones!!, pero si en mi pueblo no había de estas!!. Que yo recuerde en mis tiempos la que no tenia pelo en el bigote lo tenía en el entrecejo, y la que no iba en pantalón de pana lo hacía en chandal, y nada de marcar curvas. Supongo que seran licencias del guión, porque sino no se las iba a querer tirar nadie, pero joder tanta belleza virginal junta es pasarse.

Otro factor del que cojea y mucho la película es en su guión. Es una película mejor vista que explicada, ya que si te paras a analizarla al terminar de verla...realmente, aparte de la trama principal y el epílogo final, no tiene nada más. Hay secuencias que estan por estar, como las conversaciones de Arévalo por teléfono, que no explican nada. Y luego las subtramas, finiquitadas todas en un plis plas, da igual que sea una huelga de jornaleros que un problema con el narcotráfico o una vidente. Pero eso sí, luego salen unos planos con flamencos de la ostia, o cuando circula el coche por el camino y las gaviotas salen volando...precioso oye!!

Pues eso, que como decía aquél: "dejémosnos de chuparnos las pollas". La Isla Mínima es una buena película "para ver", pero que se queda a medias tintas en cuanto a la profundidad que debería de tener el buen thriller. Pero aún con esos fallos y licencias en el guión, sin duda es la mejor película española que he visto este 2014, y digna vencedora de los premios Goya de este año, al menos el de película, protagonista, y alguno más técnico como fotografía fijo le cae.

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