Ian Gray, un estudiante de biología molecular especializado en la evolución del ojo humano, conoce a una misteriosa mujer cuyo iris es multicolor. Años después, su investigación lo conduce a un descubrimiento asombroso, que podría cambiar la forma en que percibimos nuestra existencia.
Lo que me chirría de Origenes es que todo lo bueno que tiene durante su primera parte, el como se conocen Ian y Sofi, el misterio del azar (el número 11), y la mirada que pone Mike Cahill desde la Ciencia para discutir los dogmas de la Fe, y tras un giro bastante potente que a más de uno pondrá la piel de gallina, la película baja muchísimo el listón durante su segunda mitad, donde posiblemente podamos justificar el cambio sobre el punto de vista de algunos de los protagonistas, pero donde la trama se vuelve mucho más facilona, optando por un punto de vista más religioso, más desde la Fe.
Además, el cambio de escenario en ese último tercio es un recurso que no me esperaba del director, viendo el desarrollo de la película y su trabajo anterior. El ambiente en el que se teje la historia es demasiado amplio, evidente y facilón, y la resolución, aunque buena desde un posicionamiento equidistante, me deja un sabor de boca bastante amargo. Está bien que deje la polémica abierta, como ya hizo con Another Earth, pero dónde en la primera película era una sorpresa, en ésta es algo que se ve llegar.
Resumiendo, I Origins es una película para todos los públicos, con un debate científico que puede llegar a cualquier espectador, de cualquier franja de edad. Por eso gusta tanto, y se ha llevado el premio en un festival donde habian películas bastante mejores. Personalmente prefiero la parte más científica de la película, será porque ando escaso de Fe y soy partidario de teorías tangibles y demostrables.
Aún así, es una película notable, que demuestra lo bien que trabaja Mike Cahill y que habrá que tenerlo en cuenta para futuras películas.
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