lunes, 3 de noviembre de 2014

FILTH

La película no esconde nada tras su título: Filth, que traducido al español sería como cochinada, escoria o inmundicia. Y es lo que se ve la adaptación de la novela de Irvine Welsh (Trainspotting), un descenso a los infiernos de la corrupción policial, a la extorsión,  y a un mundo de alcoholismo, prostitución y drogadicción, liderado por un James McAvoy en estado de gracia.

El detective Bruce Robertson es el detective de policía más maleducado, pervertido, misántropo y adicto a las drogas y al sexo de Edimburgo. A pesar de ello, Robertson quiere un ascenso. Claramente es la persona adecuada para el trabajo; el resto de sus colegas son idiotas. Desafortunadamente, ha habido un asesinato y el jefe de Bruce quiere resultados. No hay problema. Él está al mando y cuando resuelva el caso y consiga el ascenso su mujer volverá con él...
Lastimosamente, muchos ven esta película como "una versión del Trainspotting policial", o un "Torrente a la escocesa", una manera muy simple de reducir una película a una vaga idea de lo que pretende. Simplemente Filth es un retrato de un sistema policial corrupto, liderado por el detective más cabronazo que podrían haber encontrado. Un adicto al alcohol y las drogas, intentando siempre joder a los más débiles, y sacar provecho de los más idiotas y ricos. Pero sin duda es mucho más profunda que Torrente (en realidad, cualquier película es más profunda que la de Santiago Segura) retratando a un personaje consumido por su modo de vida, no se regocija de ello, sino más bien lo trata como un enfermo.
Pero lo que en un principio asombra por su humor negro cargado de inmundicia, soeces y algo de mal gusto, luego avanza a trompicones, cuando se le quiere aportar algo de tragedia, elementos oníricos y niños muertos. Por lo que el devenir de los acontecimientos es bastante irregular, convirtiendose en una historia bizarra que funciona mejor en sus pasajes escatológicos que cuando se vuelve más profunda.
Aún así, la película pasa rápido, es entretenida, James McAvoy está extraordinario, y aunque el final no es del todo satisfactorio, está bien justificado. En su contra decir que no funciona como crítica del sistema policial, y queda la sensación que se le ha dado más empaque a la forma que al contenido.

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