
En Love & Peace, Ryoichi es un oficinista que sueña con ser una estrella de la música y
que adora a su tortuga Pikadon. Cuando sus compañeros comiencen a
mofarse de él, se verá forzado a tirar a su querida mascota por el
váter. La tortuga, por su parte, emprenderá su propia aventura en el alcantarillado de la ciudad, donde conocerá a un vagabundo con una magia algo especial...
Aunque el argumento sea opuestamente diferente a otras películas suyas, como “Why Don’t You Play in Hell” o “Suicide Club”, Love & Peace es tan pegadiza como las canciones pop de su protagonista, y la colisión entre el universo infantil y adulto se transforma en una fábula donde música, estrellas de la música y tortugas se dan la mano. Comedias japonesas parecidas a esta habrá muchas, pero seguimos detectando la sutileza con la que Sono da forma a su obra.
El toque infantil lo aportan tanto la tortuga, como el variopinto
grupo de juguetes y animales animados corriendo a través de la ciudad de Tokyo,
y aunque a veces la película se desvía hacia un territorio verdaderamente oscuro,
esconde sorpresas para hacer una experiencia realmente atractiva, como el
avance de la tortuga convertida en Kaiju y destruyendo la ciudad de Tokyo.
Resumiendo, Love & Peace puede parecer una película
superficia y algo tonta que puedas ver con tus hijos, pero sigue siendo teniendo
un sentido más oscuro y demencial que cualquier otra película del estudio de
animación de turno. En ese sentido, tiene más que ver con un Studio Ghibli pasado por ácido que
con Dreamworks. Totalmente recomendable
Tag, en cambio, es la otra cara de la moneda. Un film mucho
más adulto y reflexivo, aunque a la vez laberíntico. Un cocktail a partes
iguales de gore, fantasía y actitud feminista es Tag, otra pluma en el sombrero
altamente idiosincrásico del cineasta japonés Sion Sono. Una cabalgata
frenética y encarnicada entre mundos paralelos donde las mujeres son perseguidas
y masacradas.
En plena excursión escolar, el viento corta un bus por la mitad,
decapitando a todas las chicas excepto a Mitsuko, que logra escapar para
llegar a su colegio. Ahí encuentra, de nuevo, a sus compañeras. ¿Ha
sido todo una pesadilla? ¿qué ocurre que las otras chicas no saben lo que ha pasado?
Es una película sangrienta con un inicio fulgurante a nivel
de cualquier masterpiece, y que Sion Sono no deja descansar durante su primera
mitad, aunque es en su segunda parte donde deambulamos a veces por un laberinto
de dónde Sono no sabe escapar con éxito. La acción decae para volverse más
reflexiva, y lo que es peor, en un desenlace que a algunos nos parecerá una
tomadura de pelo. Bien es cierto que en el fondo es un mensaje profeminista,
curiosamente en uno de los países del “primer mundo” donde el machismo es más
persistente, pero todo termina convirtiéndose en un juego demasiado lioso.
En definitiva, disfrutamos más con “Love & Peace” que
con “Tag”, y en ambas proyecciones nos acompañó el mismísimo director, por lo
que el hype era máximo. Nos gustó más la primera, mucho más acorde con locuras
como Love Exposure. Es en este tipo de películas, cuando homenajea a la cultura
japonesa, ya sea el manga, el cine yakuza o el cine más infantil, donde
encontramos un Sion Sono más irreverente. Que no cambie, por favor, ya que en
un tiempo donde Takashi Miike nos estaba fallando (ojo, no con Yakuza
Apocalypse, de la que ya hablaremos más adelante), directores como Sono o
Matsumoto han sabido mantener encendido el fuego del cine fantástico japonés
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