jueves, 12 de noviembre de 2015

# TERRORMOLINS 2015: dia 2

Segundo dia de festival en el que sólo pudimos asistir a la doble sesión de la noche, y no por falta de ganas. El programa de ayer martes era bastante atractivo, con la retrospectiva de Los Ojos Sin Rostro (Georges Franju, 1960), una película que con el paso de los años ha sabido encontrar un hueco entre los clásicos del cine de género, no tanto como puro terror, sino que se trata más de una película incómoda de ver, y más si nos situamos en su época.

La segunda película del miércoles fue Some Kind of Hate, una película que pudimos ya ver en la pasada edición de Sitges, y que se encargó de presentar Angel Sala en el pase de #terrormolins. Un slasher con temática de buying escolar, nada nueva en el género, pero que gustará a aquellos a los que nos gusta el simple gore. El que busque un buen hilo argumental, y una historia a la que sea capaz de engancharse, igual no se ven cumplidas sus expectativas. A nosotros nos dejó que ni fú ni fa.
En la doble sesión nocturna, sesión Grindhouse como estaba anunciada, se proyectaban dos películas de temática muy distinta. Por un lado, Black Mountain Side, presentada por primera vez en España, y de postres Bite, que también se había pasado en las sesiones golfas de Sitges. La sorpresa venía que sin saberlo, ambas películas son, sin duda, un homenaje a clásicos de los 80’s.

En BLACK MOUNTAIN SIDE nos situamos en una excavación arqueológica en un lugar remoto de Canadá. Allí la expedición encuentra unas curiosas extructuras y restos, que podrían provenir de una antigua civilización. Lo que no conocen es que no sólo han descubierto una especie de santuario, sino un tipo de mal que les afectará a cada uno de ellos. Con esa premisa es imposible no comparar la película con The Thing (John Carpenter, 1982), aunque las diferencie el tipo de mal al que se enfrentan los protagonistas, ya que en este caso el algo más psicológico. Obviamente, Black Mountain side no llega a los niveles de calidad de la obra maestra de Carpenter, pero al menos es honesta y tampoco lo pretende: se basa en un desarrollo a tipo de diario, y demasiado lento en ocasiones, por lo que es irremediable resistir alguna cabezadita. Lo mejor es, sin duda, su desenlace, con un puntito de locura muy sorprendente, en el aspecto visual.

Respecto a BITE, sentí un gran alivio al comprobar que no se trataba de un simple found-footage, como en su prólogo, donde vemos a tres amigas de despedida de soltera en Costa Rica. En mitad de la fiesta, una de ellas sufre una picada de algún tipo de criatura. A partir de ese momento, y tras llegar del viaje, sufrirá una extraña mutación que pondrá en peligro a sus más allegados. Esta vez el homenaje se lo estamos dando a La Mosca (David Cronenberg, 1986), aunque personalmente la encuentro mucho más cercana a otras películas más recientes, como Tanatomorphose (Eric Falardeau, 2012). La película no arranca mal, y aunque la trama le falta algo que capte el interés, aguantamos porque sabemos que algo va a pasar, y queremos verlo. Luego el problema es cuando llega, que es un poco más de lo mismo, buen gore con algún desmembramiento, la evolución del híbrido, y poco más. Desde luego, son mucho más graves los agujeros de un guión que a veces resulta algo incomprensible, sobretodo en cuanto a las reacciones de los personajes.

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